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Tapices de sonido

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Tapices de sonido

Escribí este texto para la antología compilada con ocasión del 250 aniversario de la fundación del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Por un lado es un resumen divulgativo sobre mi investigación acerca del canto de las aves en el contexto de un mundo contaminado acústicamente, pero también me sirve para añadir algunas reflexiones sueltas sobre la ciencia y el oficio de científico.

 

¿Qué nos aporta la ciencia?

Algunas personas piensan que disfrutar de la naturaleza y estudiarla como científico son actividades incompatibles, como si la emoción o la belleza desaparecieran cuando se observa un ser al microscopio. Esta creencia no tiene sentido. ¿Deja de disfrutar de la música un pianista que ha analizado y diseccionado una partitura en acordes, tonos, líneas melódicas y cambios de tempo? Al contrario, el impacto emocional estético puede ser mayor cuando mejor se conoce lo que amamos. Ciencia y emoción como dos respuestas humanas a la contemplación de lo vivo, compatibles y complementarias.

 

¿Qué es lo más emocionante de tu carrera como investigador?

Ser un investigador en ciencias naturales es un privilegio incomparable. Poder usar tu tiempo en plantearte preguntas, buscar explicaciones, intentar comprender el funcionamiento del mundo natural, planear experimentos, resolverlos… profundizar en las explicaciones y hallar nuevas preguntas. Un bucle eterno y mágico. Por otro lado, la satisfacción de enseñar la lógica científica y entrenar a nuevas generaciones de científicos a pasar del asombro a la pregunta. Pero más que el proceso en sí, que podría ser similar al del físico o del químico, las ciencias naturales poseen la grandeza de lo vivo, y la urgencia y la necesidad de conocerlo por lo mucho que necesitamos de ello, mientras se nos escurre entre los dedos.

 

Diego Gil

 

 

 

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